EN PAZ.

Pintura de René Magritte.

4 Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! 5 Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. 6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Regocijaos en el Señor siempre.
Esta Palabra de Dios me invita al regocijo, la alegría de tener a Dios en el corazón, la alegría de vivir. ¿Por qué amargarnos, por qué andar tristes cuando hay tantos motivos para permanecer felices? Ser cristiano no es algo amargo ni dramático. En verdad tenemos los mismos problemas de todo el mundo. Se nos enferman nuestros seres queridos, a veces sufrimos el duelo, perdemos el trabajo en ocasiones, etc. pero la actitud optimista que nos da la fe es lo que hace la diferencia.
Otra vez digo: ¡Regocijaos!
Estar contento es algo tan importante, que el Apóstol lo reitera, para que no lo olvidemos. Seamos siempre alegres. Estemos contentos todo el tiempo, gozosos porque somos salvos, porque pertenecemos al Señor. Jesucristo ha demostrado a la Humanidad que el ser humano no está solo en el universo sino que hay un Dios Inmutable, Todopoderoso y Eterno que lo acompaña. Además le ha demostrado Su gran amor dando Su vida a todo el que le reconoce y cree en Él.
Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres.
Ser gentiles, amables, educados, no groseros, comedidos, delicados, es propio de gente feliz y que quiere hacer feliz a su entorno. Gentileza se define como urbanidad y cortesía, pero es algo más que una buena costumbre, es una actitud de amor al prójimo. Una persona gentil es alguien amable y cortés, considerado con las necesidades y debilidades de los demás.
El Señor está cerca.
Con regocijo por la vida y ejerciendo gentileza con el prójimo, esperamos el regreso de Jesús. En otras palabras tenemos los pies bien puestos en la tierra y la mirada en el cielo. Se aproxima la venida del Señor, tengamos esto siempre en mente. Jamás perdamos la esperanza de que Aquél que tanto bien nos hace en esta vida, un día volverá a gobernar el planeta.
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Una práctica importante en la espiritualidad es la oración y confianza en Dios. El Texto invita a descansar en Dios, entregándole a Él todas nuestras inquietudes. Hay personas que piensan que no hay que pedirle a Dios, porque sus problemas son insignificantes y que Él tiene cosas más importantes de que ocuparse. Esto es un error. El Padre está muy interesado en conocer los problemas de sus hijos, por pequeños que éstos sean. Eso es tener confianza en Dios. En este verso se comprueba lo contrario. El Espíritu Santo mismo nos dice que es muy importante que siempre Él conozca nuestras peticiones. Además Él ha dicho: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” (San Mateo 7:7) También: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, esto haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” (San Juan 14:13) Otro aspecto de la oración son las acciones de gracias. El cristiano es una persona eternamente agradecida de Dios.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Si hacemos lo anterior, es decir si somos personas con: a) Alegría regocijándonos por las bondades de Dios y la vida; b) Gentileza para con todos, sin excepción; c) Esperanza puesta enteramente en la promesa del Maestro; y d) Práctica de la oración y confianza en Dios; obtendremos como resultado la paz de Dios, el que vive en el reposo eterno. Haciendo estas cuatro cosas llevaremos interiormente la paz superior, aquélla que otorga Dios. Tal gracia del Señor guardará y protegerá nuestros pensamientos y sentimientos en Cristo.
 

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