FILIPENSES 1: SIERVOS DE JESUCRISTO.


LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS FILIPENSES

“1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos: / 2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”

Llama la atención en la “salutación” o saludo, de esta carta, como Pablo y Timoteo nombran a sus destinatarios. La carta está dirigida a las siguientes personas:

1) A todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, es decir a todos los cristianos de la ciudad de Filipos. Desconocemos cuántos serían. Se calcula que la población de Filipos en esa época era de unos 2.000 habitantes. Si San Pablo la visitó entre los años 49 y 50, y esta carta fue enviada cinco años después entre el 54 y 55, es muy probable que la iglesia de Filipos ya fuera una comunidad cristiana crecida en número. Comenzó con la familia de Lidia (Hechos 16:15) y la del carcelero de Filipos (Hechos 16:33,34). La familia o casa la constituían en esa época los esposos, los hijos, los abuelos, los hermanos y sus proles, además de los sirvientes, si los había, es decir que eran aproximadamente unas 15 o 20 personas por oikos o casa. Podemos asegurar, sin temor a equivocarnos, que esa iglesia comenzó con treinta personas. Si pensamos que cada año se sumarían dos familias –aunque de seguro fueron más-  al cabo de cinco años alcanzarían unas doscientas personas. 

2) A los obispos y diáconos. El concepto de obispo no es el concebido actualmente. Este “episkopos” es un líder encargado de servir a los hermanos y supervisar el desarrollo de la iglesia, conforme a lo señalado por la Palabra de Dios. Es muy probable que se refiera a los actuales “pastores” a cargo de un grupo de barrio o sector de la ciudad. Nótese que al escribir a la iglesia de la ciudad de Filipos, se dirige no a un solo obispo, sino a varios. También en el caso de los diáconos, la función era diferente a la actual. Hoy día muchas veces se les limita a ejercer responsabilidades administrativas, financieras o de servicio. Parece que en la primera iglesia, eran colaboradores en la dirección espiritual de la obra y no tan sólo encargados de “servir a las mesas”.

Teniendo claro ya los destinatarios de esta epístola, veamos quienes son los remitentes:

1) Pablo, nombre griego de Saulo de Tarso, israelita de la tribu de Benjamín, del partido fariseo, llamado por Jesucristo Resucitado a ser Apóstol de los gentiles. Además fue el fundador de la comunidad cristiana de Filipos cerca del año 50 d.C., durante su segundo viaje misionero. Escribe esta carta alrededor del año 61 d.C. en una prisión de Roma, con el propósito principal de agradecer a los cristianos de Filipos la ofrenda que ellos le enviaron.

2) Timoteo, discípulo del apóstol Pablo, hijo de madre judía y padre griego (Hechos 16:1). Originario de la ciudad de Listra, su madre se llamó Eunice y su abuela Loida (2 Timoteo 1:5). El vocablo Timoteo es una palabra griega que significa el que honra a Dios (timo Theus). Pablo le circuncidó, pues en aquella época había judíos celosos del rito y para que Timoteo fuese bien aceptado en esos círculos debió hacerlo. Acompañó a Pablo en sus viajes misioneros, existiendo relatos del año 49 d.C. donde se menciona. Timoteo representaba la primera generación de cristianos que no habían tenido relación directa con los hechos de Jesús. Conoció la Fe por medio del testimonio de su madre y de su abuela (2da Timoteo 1:5), judeocristianas.

Tanto Pablo como Timoteo, se presentan como “siervos de Jesucristo”, son esclavos del Kirios, el Señor, y servidores de todos los cristianos a quienes envían esta carta. No quieren ostentar títulos ni grados, sino tan sólo presentarse como siervos. Que todos nosotros podamos guardar el mismo sentimiento y actitud hacia nuestros hermanos y prójimos.

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