1 CORINTIOS 8: CRISTO, EL PERFECTO EQUILIBRIO.

“1 En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. 2 Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. 3 Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.”

En relación al tema de lo sacrificado a los ídolos, esto es si se debe comer o no de la carne de los animales que han sido sacrificados a los dioses paganos, el Espíritu Santo aconseja a los cristianos de Corinto. A partir de ese análisis paulino debemos inferir cuál debe ser la conducta correcta de los actuales cristianos frente a diversas prácticas de los hermanos con menos conocimiento bíblico.

En primer lugar necesitamos tener “conocimiento” espiritual. Es preciso que todos los cristianos sepan que un ídolo no tiene vida y es sencillamente una figura de barro, piedra o yeso que no piensa, no siente ni puede hacer nada por nosotros, ni a favor ni en contra. “No hay más que un Dios” nos asegura el Apóstol.

En segundo lugar hay que establecer un equilibrio entre “conocimiento” y amor. Si enfatizamos la Verdad, el conocimiento, la Palabra, y no consideramos el amor al hermano, podemos cometer graves errores contra el prójimo. Faltaremos el respeto que debemos al que no tiene claridad en su fe; tal vez nos envanezcamos de nuestro saber y despreciemos al más débil en su fe y con nuestras actuaciones y palabras destruyamos el alma del hermano.

La armonía entre conocimiento y amor, generará la verdadera sabiduría cristiana. A la base del conocimiento debiera estar la humildad, pues “si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo.” ¿Usted sabe que Dios es Trino? Pues comience a adorarlo como tal; descubra la riqueza que hay en cada una de las Personas de la Trinidad; viva en su persona esa trinidad de cuerpo, mente y espíritu. ¿Usted sabe que Dios le ama y perdonó todos sus pecados en la cruz del monte Calvario? Entonces actúe a su semejanza y comience a perdonar a quienes lo han ofendido y esté dispuesto a recibirles, sin reproches, como el Señor le recibe a usted, pecador.

Si usted comienza a amar de esa manera, si su vida es una perfecta balanza entre conocimiento y amor, entre saber la Verdad y actuar en amor, porque Jesucristo es la Verdad y el Amor, entonces usted será muy amado por el Padre, porque “si alguno ama a Dios, es conocido por él.” Amar a Dios no es solamente aceptar Su voluntad y Verdad, sino también amar a los “pequeñitos” que Él tanto ama. La única forma de conocer a Dios es creyendo y el único modo de ser reconocidos por Él es amándole. Cuando le amamos Él nos reconoce como hijos Suyos.

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