ROMANOS 1: LOS PECADOS GRAVES DE LOS HOMBRES.


Romanos es una carta escrita por el apóstol Pablo a los hermanos cristianos residentes en la ciudad de Roma de aquel entonces, a los cuales aún no ha visitado pero espera hacerlo pronto, cuando viaje a España.

En este primer capítulo encontramos: a) la salutación del apóstol, b) su deseo de visitar Roma, c) la famosa declaración del poder del evangelio y d) la descripción de la culpabilidad del hombre.

En el saludo se identifica como uno que ha sido "1 ... llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios". Sus destinatarios también poseen esa singular vocación: "7 ... amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo." Todo cristiano que lea esta carta deberá hacerlo como quien lee una epístola del Espíritu Santo para su propia vida. Los cristianos hemos sido "llamados a ser santos".

Luego expresa su gratitud a Dios por la coherencia de ellos como cristianos: "8 Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo." Les cuenta que continuamente ora por ellos y que "15 ... pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma."

Los versículos 16 y 17 expresan el centro de la doctrina paulina y del Evangelio, y son el propósito de esta carta, comunicar de qué forma Dios nos libra de culpa y nos salva eternamente: "16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. / 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá."

Esta última frase es el gran descubrimiento de Lutero en el siglo XVI, año 1516, cuando clava las 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg como una invitación abierta a debatirlas. Las tesis condenaban la avaricia y el paganismo en la Iglesia como un abuso, y pedían una disputa teológica en lo que las indulgencias podían dar.

No nos avergonzamos de un mensaje que viene del mismo Dios, un mensaje que no destaca obra de hombres ni da cabida al orgullo humano, puesto que este mensaje nos da la buena nueva que ahora Dios ha bajado hasta nosotros, en forma de hombre, y ha tomado nuestro lugar, muriendo en la cruz, para darnos completa y perfecta salvación. Todo ser humano, si tiene fe en Jesús, puede alcanzar esa salvación y ser considerado justo por Dios, sea de la nación que sea, judío o no judío. La Palabra de Dios es muy clara: "17 ... en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá." Somos justificados o hechos justos para Dios, sólo por medio de la fe y para que vivamos una vida de fe.

Finalmente San Pablo hace en este capítulo 1 de Romanos, una severa descipción y crítica de la condición espiritual y moral del ser humano. Si leemos atentamente nos daremos cuenta que es muy actual, pese a haber sido escrita en el primer siglo. En primer lugar declara como Dios se revela a través de Su creación "20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa." Mas ellos prefieren negar su existencia o intervención en la vida humana.

Tal es la necedad del ser humano que ha llegado a adorar lo creado despreciando al Creador: "21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. / 22 Profesando ser sabios, se hicieron necios, / 23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles."

El rechazo de Dios lleva a la Humanidad hacia una completa decandencia moral, al no tener Mandamientos Divinos que respetar: "24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, / 25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén."

La condición actual del ser humano es fruto de su desobediencia a Dios "27 ... recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío." Destaca el Apóstol la inmoralidad sexual, conocida hoy como homosexualidad y lesbianismo, como un signo evidente de ese alejamiento de Dios: "26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza"

La descripción que se hace a continuación de aquellos que "28 no aprobaron tener en cuenta a Dios ..." es demoledoramente actual: "29 estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; / 30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, / 31 necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; / 32 quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican."

Estos son los pecados graves de los hombres, todos frutos de un árbol enraizado en la desobediencia al Creador, el rechazo del Salvador y el orgullo de un corazón que no quiere reconocer al Señor de la vida.

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